viernes, 30 de abril de 2010

PRENSA CULTURAL. LITERATURA. BLOG. MÚSICA. Pola Oloixarac

En "El País":
El plan maestro de Pola Oloixarac


GABRIELA WIENER 12/03/2010

El último hito generacional de las letras argentinas es una blogger, cantante y filósofa de ideas feroces. Con 32 años, la autora de Las teorías salvajes tiene una estrategia diabólica para dominar el mundo.
"El gran acontecimiento de la nueva narrativa argentina", como lo ha llamado el pope de los novelistas de ese país, Ricardo Piglia, tiene a las celebrities del cosmos literario hispánico alborotadas, primero al otro y ahora a este lado del charco. Las teorías salvajes, de Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977), que acaba de aterrizar en España gracias a la editorial Alpha Decay, no sólo es un desternillante catálogo contemporáneo de doctrinas sobre la guerra en tiempos de Google Earth, tan impracticables como indestructibles, sino también una sátira de la oficialidad académica, política, cultural y progre de los setenta, bombardeada con los argumentos/armamentos de una mujer fatal. Aunque cuando su autora escucha decir que parece un Houellebecq con falda y tacones, afirma llevar "la mano a mi revólver".
Pese a su aspecto de pin up, su léxico de doctora en filosofía política le ha granjeado muchas enemistades; algunos la han acusado de reaccionaria, por su potente crítica a la izquierda de su país; otros (los que más) de guapa; de impostora, y hasta de "escribir sin amor". "¡Pero la novela está llena de amor! Hay mucho amor a la teoría, pasiones nerds, la vida interior de la erotomanía. Y filosofía, que es algo más que la excitación sexual por el saber", defiende la escritora. Pero ¿quiénes la odian? "Me odian los emos sin sentido del humor, los velocirraptores", asegura. ¿Y quién la ama? "Los amantes de las emociones fuertes, del vino, la filosofía, las olivas y el jamón". ¿Fuentes para esa inspiración caleidoscópica? De todo un poco: las facultades de filosofía, que ella define como "ecosistemas gagá" donde encontrar "perfectos personajes de comedia". Lo modernillo y friki del último Buenos Aires "como motivación morbosa". Y, desde luego, la campante "tácita aceptación de lo inhumano", como reza el epígrafe de Theodor Adorno al inicio del libro: "Me interesa la violencia como parte de la cultura, un componente obsceno que se exhibe como una cualidad obvia de la civilización, cuando es brutal".
Por su discurrir mental y verbal salpicado de cibercultura, porno y videojuegos, y por su talante innovador, la tentación de situarla como prima porteña y tardía de la española generación Nocilla también sería grande si no fuera porque esta novelista punk, filósofa, blogera, experta en arte y tecnología, cantante dulce del dueto Lady Cavendish, modelo sexy en las revistas y devota de los zapatos del malogrado Alexander McQueen, es escandalosamente inclasificable. "Se trata de una novela brillante, excitante y pedante, a partes iguales", opina de Las teorías salvajes el crítico literario Ignacio Echevarría: "es decir, rabiosamente argentina. Sorprendente, también. Y una prueba de fuego, además, para tantos escritores españoles que, con mucho menos atrevimiento, se las dan de modernos". El escritor Javier Calvo, por su parte, cree que para los que están alimentados de su "dosis de nocilla patria y traducciones de Anagrama", descubrir esta novela, "parecida a Sterne, a Nabokov, a Pynchon y yo qué sé a qué más", va a suponer un "patatús". "Yo personalmente me rindo de rodillas ante su narradora monstruosamente erudita, cruel y virginalmente cautivadora", confiesa el catalán. Para Julián Rodríguez, editor de Periférica, lo mejor es "su desparpajo y esos lados oscuros que me hacen preguntarme sobre cómo y qué debemos narrar, algo que no todos los libros consiguen".

Etnografía de un fenómeno
Como las ceremonias de iniciación para ciertas tribus aborígenes que aparecen citadas en su libro, el rito de paso para Oloixarac tuvo un despertar salvaje: las "orgiásticas sesiones" con los clásicos de Occidente. Pero tras peregrinar de Borges a Descartes y a través de "una obscena serie de hombres, varios cientos de años mayores que yo", llegó el momento de experimentar esa "aventura perversa que es pasar de la teoría a la práctica" y escribir una novela. Ésta es la primera.
Aunque el libro tiene tantos hilos argumentales como una tela de araña, éste puede ser uno: en un decorado extravagante, dominado por erotómanos, freaks y guerrilleros tecnológicos, se pasea la protagonista, una estudiante de filosofía obsesionada con su profesor, que decide someter a un tercero para poner a prueba una teoría que consiste en la transformación del imperativo marxista-leninista en una escena coital. Las etiquetas para entender Las teorías salvajes son, según Oloixarac, "comedia negra", "experimento con el zeitgeist [o espíritu del tiempo] moral y tecnológico", "el geek en la época de la reproductibilidad sexual".
Oloixarac escribe sumergida en su particular lenguaje y, en sus palabras, "buscando crear los túneles subterráneos, dentro de él, para poder dar con una forma de organizar el mundo, volverlo más hermoso y manejable". Finalmente, su mayor influencia, dice, es el vale tudo, una lucha brasileña donde puedes usar todas las partes del cuerpo. "Al igual que en literatura tienes todo el cuerpo de la cultura para dar tu combate", proclama.
EP3. En poco tiempo ha concitado mucha expectativa entre los autores y críticos españoles, y muchos ni siquiera han leído su libro. ¿Le ha sorprendido?
Pola Olaixarac. Bueno, no. Forma parte de mi plan de dominación mundial.
EP3. Sus personajes lo mismo citan a Rousseau y Hobbes que a Alex P. Keaton, de Enredos de familia, y a Gordo Porcel, el cómico obsceno argentino.
P. O. Es que adoro las comedias malhabladas y las tiras inocentes. Todo lo que quieras saber de una cultura en un momento dado está ahí.
EP3. ¿Así que lo más natural en usted es mezclar citas intelectuales con las alusiones a su biquini? Dijo que la portada argentina de su libro era rosa por el color de su biquini favorito.
P. O. Como diría la gran Esther Williams, que jamás usó uno, un biquini es un acto que se hace sin pensar.
EP3. Entonces lo de la moda va en serio. ¿Por qué ha decidido dedicarse también a la crítica online de moda?
P. O. Creo que mi primer post sobre moda surgió al enterarme de que los uniformes nazis habían sido diseñados por Hugo Boss. No pocas veces, hojeando Vogue Italia, he tenido la sensación de estar ante un prodigioso tratado de sociología, mucho más profundo e innovador que muchos ensayos.
EP3. No sólo en las comedias ingenuas y en las revistas de moda le encuentra usted alma a la cultura. En la novela también analiza la lógica de otro gran producto cultural: el comentador violento de los blogs.
P. O. La autoestima y el desprecio son un mismo movimiento y una forma de subjetividad contemporánea en el comentarista violento. En el blog me hice muchos amiguitos, y gracias a los robots de spam tengo información muy actualizada del precio del Viagra y excelentes oportunidades de negocios con viudas de ex presidentes nigerianos.
EP3. ¿Quién es la Lady Cavendish que da nombre a su banda?
P. O. Una dama maravillosa del siglo XVII que escribió poemas sobre átomos, liebres y la infinidad de los mundos. Con mi amigo Esteban Insinger los transformamos en lieder para piano y voz.
EP3. ¿No le parece que se está pasando de moderna?
P. O. No sé, pero la modernidad es nuestra antigüedad, recurrimos a Baudelaire y Duchamp como los renacentistas babeaban con los grecolatinos. En términos culturales, es un poco inevitable. Ésta es una época renacentista. No me culpes por ello.

Aquí, el enlace a su blog.
Aquí, podemos escuchar los poemas con música de Lady Cavendish.

Ahora podemos leer el principio de Las teorías salvajes:
En los ritos de pasaje practicados por las comunidades Orokaiva, en Nueva Guinea, los niños que van a ser iniciados, varones y niñas, son primero amenazados por adultos que se agazapan tras los arbustos. Los intrusos, que se supone son espíritus, persiguen a los niños gritando: "Eres mío, mío, mío", empujándolos a una plataforma como la que se usa para matar cerdos. Los niños aterrorizados son cubiertos con una capucha que los deja ciegos; son llevados a una cabaña aislada en el bosque, donde se convierten en testigos de secretas ordalías y tormentos que cifran la historia de la tribu. No es infrecuente, narran los antropólogos, que algunos de los niños mueran en el curso de estas ceremonias. Finalmente los sobrevivientes regresan a la aldea, vestidos con máscaras y plumas como los espíritus que los amenazaron al principio, y participan en la caza de cerdos. Regresan ya no como presas sino como predadores, gritando la misma fórmula que habían escuchado de labios enemigos: "Eres mío, mío, mío". Entre los Nootka, Kwakiutl y Quillayute, en el noroeste del Pacífico, son los lobos —hombres con máscaras de lobos— los que amenazan a los pequeños iniciados, persiguiéndolos a punta de lanza hasta empujarlos al centro de los rituales del miedo; al cabo de esas torturas esotéricas son introducidos en los secretos del Culto del Lobo.
La vida de la pequeña Kamtchowsky se inició en la ciudad de Buenos Aires, durante los «"años de plomo"; el acceso a la conciencia coincidió con la "primavera alfonsinista". Su padre, Rodolfo Kamtchowsky, provenía de una familia polaca radicada en Rosario durante la década de los treinta. Era el único varón de la casa; la prematura muerte de su madre lo había llevado a vivir con sus tías. Ya en primero inferior demostró habilidades excepcionales para el pensamiento abstracto; en cuarto grado su maestra de matemáticas, que había estudiado en la universidad, se refirió con elogios a su inventiva formal. El pequeño Rodolfo fue a contárselo a sus tías, que se asustaron un poco y decidieron que cuando cumpliera trece años lo mandarían a Buenos Aires a estudiar. Rodolfo era un chico alegre, aunque muy tímido; hablaba poco y a veces parecía no registrar lo que le decían. Cuando llegó el momento, Rodolfo se mudó a la casa de otra tía, frente al Parque Lezama. Entró en la escuela técnica Otto Krause y más tarde se recibió de ingeniero en tiempo récord. Su elección de carrera y su carácter retraído no fomentaban las relaciones con chicas; en la facultad apenas había conocido a dos, y no podía asegurar que reunieran méritos suficientes para adjudicarse la denominación "chicas": tenían el estilo de retaca amorfa que luego caracterizaría a su hija. Pronto se volvería evidente que el destino y la opción intelectual habían hecho de Rodolfo un elemento forzosamente fiel, monógamo y heterosexual. Era natural que apenas la Providencia le acercara una mujer (una perteneciente al conjunto "chicas"), Rodolfo se aferraría a ella igual que ciertos moluscos nadadores viajan por el océano hasta que clavan su apéndice muscular en el sedimento, como un hacha; la concha o manto segrega capas de calcio alrededor de la película mucosa que la lubrica; al cabo de un tiempo ésta se rompe y el molusco regresa a la deriva, que varía entre el océano y la muerte.

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