lunes, 28 de junio de 2010

IES "MAIMÓNIDES". Trabajo de Proyecto Integrado de 1º bachillerato A: Patricia Limia

           Dentro de la asignatura Proyecto integrado, uno de los trabajos realizados por la alumna Patricia Limia Pérez, de 1º de bachillerato A:

 ¿Cuáles son las notas o caracteres de España?
España por sus notas es: Una, Grande, Libre, católica, imperial y madre de veinte naciones.

Esta pregunta no dejaba de resonar en mi cabeza. La curiosidad de averiguar cómo era verdaderamente la España de la guerra civil y de la postguerra, como también la duda de la definición dicha, me terminaron por conducir a nuestra ciudad vecina, Sevilla.
Tras pasar el umbral de la puerta y recorrer un largo y estrecho pasillo, llegué a un amplio salón. Un salón que me transportó directamente a los años sesenta, todo era tan típico y antiguo: aquel olor, esa mecedora sobre la que descansaba un cojín bordado, esas estanterías plegadas de fotos de toda una vida, esos juegos de café, dos estatuillas de porcelana que representaban a dos enamorados, lámparas con numerosas cuentas y piedrecitas, alguna placa que no me paré a leer…
En ese momento supe que me sería más fácil de lo esperado meterme en la historia que estaba a punto de escuchar, dejar viajar mi mente rompiendo las barreras del tiempo y del espacio.

¿Cómo se ha formado el espíritu del pueblo español? El espíritu del pueblo español se ha formado en los amplios moldes del catolicismo, con los ideales supremos de una catolicidad imperial, que es la que ha civilizado al mundo.

La verdad es que aquel hombre que entró en la sala minutos después de mi llegada no parecía tener ese espíritu. Era un hombre mayor, de más de noventa años, pelo cano, nariz chata, piel arrugada, dentadura imperfecta y de unos ojos marrones cargados de cansancio.
Sí, sin duda se trataba de mi tío abuelo. Sabía que era la persona adecuada para mantener la charla que quería, pues ha vivido en primera persona todo lo que yo desconocía, aquello que quería desenterrar aunque fuese por unos instantes.
“Qué grande estás, no te habría reconocido”, dice, “¿qué te trae a casa de un viejo como yo al que solo le faltan dos telediarios?”.
Tras el típico saludo y escuchar las lamentaciones acerca de su salud, comenzamos una charla en un tono elevado, lo suficientemente adecuado para que su fallido oído pudiera “entenderme”.
Le sorprendió enormemente la pregunta que le hice: “Tito, ¿cómo era España?”.
Tras estar un largo momento sin contestarme, ya creía que no lo haría, comenzó a relatarme fragmentos de su vida.

¿Hubiera podido caer España en el bolchevismo? España hubiera caído indefectiblemente en el bolchevismo de no haberse producido la reacción salvadora del 18 de Julio de 1936, pues a pesar de tener la gran mayoría del pueblo español en contra, la minoría marxista con todos sus cómplices y ayudadores, audaz y sin escrúpulos, había logrado adueñarse de todos los resortes del poder, intentando esclavizar a España por el terror y la violencia.

-Recuerdo ese año. Los responsables del golpe de estado vinieron para adueñarse del país, de las personas, de nuestras ideas… Hicieron todo lo posible para ganar la guerra desde un principio, para tenernos a todos bajo su manejo, como simples marionetas. Tuvieron la simple vergüenza de atreverse a irrumpir la paz de un país libre y democrático que lidiaba con sus problemas.
Ese año comenzó la pesadilla, los soldados nacionalistas se duplicaban cada día y la verdad es que yo, aún joven y soñador, con fuerzas para enfrentarme a todo, no me pensé dos veces el entrar en acción: ese año comencé a luchar para el bando republicano. Día tras día la guerra se empezó a adueñar de todo el país, cada ciudadano debía tomar partido en alguno de los dos bandos para estar respaldado por alguno de ellos.
Estuve luchando como uno más, viendo morir a gente e intentando defender mi pueblo de la rebelión fascista pero, desgraciadamente y pese a nuestros esfuerzos, nuestro pueblo cayó demasiado pronto, la Cuenca Minera terminó por ser del grupo enemigo. A pesar de todo no nos rendimos; muchos compañeros y yo huimos a la sierra y desde ahí continuamos con la guerra de guerrillas. Creo que fue la peor época. Malvivíamos en los montes sin apenas recursos para subsistir. Cada día un grupo de compañeros era descubierto y, o llevado a prisión (los que tenían más suerte), o fusilados entre los árboles dejándolos al olvido.
Aunque me cueste decirlo, nosotros hacíamos exactamente lo mismo. Cuando capturábamos a algún soldado enemigo el procedimiento que se llevaba a cabo no era muy diferente y aunque, por la falta de recursos y de soldados, tuvimos menos éxito en esa guerrilla también nos manchamos las manos de sangre gris.
Día a día y con la misma rutina la guerra avanzaba y su paso nos terminó cogiendo, fuimos apresados fácilmente por un grupo de nacionales.
Hay que decir que tuvimos cierta suerte pues salimos vivos de aquel monte, se nos condujo a la cárcel de Cádiz como presos políticos a la espera de una condena de muerte que yo mismo pensaba que no tardaría mucho en llegar.
Esto fue más o menos por el año 38 y aunque la guerra aún no había terminado estaba claro a qué lado se inclinaba la balanza.

¿Significaba el protestantismo un peligro para la civilización cristiana? Sí, el protestantismo significaba un peligro inmenso para la civilización cristiana, pues él fue la primera premisa del racionalismo del S. XVIII, de la revolución liberal, y finalmente de la revolución actual marxista-bolchevique.

¿Cuáles son los enemigos de España? Los enemigos de España son siete: el liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el capitalismo, el marxismo y el separatismo.

-Todos los presos políticos éramos, bajo sus ojos, una gran amenaza a la que había que extinguir rápidamente y sin muchos miramientos, enemigos por naturaleza del régimen que se disponían a instaurar. Qué más daba realmente el motivo por el que acabábamos prisioneros, lo único que realmente importaba era que iban ganando y que, para conseguir su España adorada, a la que más tarde manipularían, harían cualquier cosa para limpiar del mapa a “sus problemas”.

¿Cómo debemos honrar a la Patria? Debemos honrar a la Patria en sí misma, ensalzándola cuando nos sea posible y no permitiendo jamás que se hable mal de ella; en sus representantes, principalmente el Caudillo, que es como la encarnación de la Patria y tiene el poder recibido de Dios para gobernarnos y, finalmente, en sus símbolos, saludando la bandera y haciendo alguna reverencia cuando se toca o canta el Himno nacional.

-Hacinados en estrechas celdas y obligados a ciertas acciones rutinarias, como el ir a misa y cantar el “Cara al Sol” cuando se nos ordenaba, íbamos muriendo poco a poco, algunos fusilados en los patios o muertos de hambre o de enfermedades en las propias celdas. Aunque todo eso no provocó que aumentase la soledad, cada día se encerraban allí a más personas y eso supongo que significaba que la guerra estaba a punto de terminar.
En la cárcel no hacíamos mucho, como te he dicho antes: asistíamos a misa, cantábamos un poco con el bracito extendido, decíamos lo grande y estupendo que era el Caudillo y de vuelta al mismo agujero. Supongo que esperaban que, si hacíamos todo aquello, siempre obligados claro está, acabaríamos asumiendo sus ideas como nuestras, pensando que aquello era maravilloso y que lo que hacían era por el bien de nuestro país y por el bienestar de todos y cada uno de los españoles. Tengo que decir que al menos conmigo eso no les pudo dar muchos resultados, todas las veces que tuve que hacer aquello lo hice con gran repulsa, es decir, no consiguieron que honrase a mi Patria tal y como ellos querían, terminé odiándolos mucho más y con mis ideales más asentados que al principio de todo aquello.
Pero bueno, yo tuve que estar en esa rutina durante días, semanas, meses, incluso años, esperando simplemente a que llegara mi condena a la que ya la veía con ciertas ganas, aunque al poco tiempo de terminar la guerra y de que comenzase la dictadura de Franco, me dieron “la gran oportunidad” de ponerme a trabajar en el Canal del Bajo Guadalquivir hacia el año 1940.

Me sorprendió mucho la ironía con la que había mencionado el indulto que le habían concedido y, más tarde, comprendí que aunque no le fusilaron tampoco les mejoraron las condiciones de vida ni le devolvieron su libertad: le condenaron a trabajos forzados como si fuese un simple animal, sin derechos ni, por supuesto, alguna retribución y sin ni siquiera un reconocimiento, es más, eran simplemente esclavos en un campo de concentración.
La obra que realizaron miles de presos, todos condenados por motivos políticos, convirtió una zona estéril en uno de los campos más fértiles de toda Andalucía, pero fue larga y hoy en día solo quedan vivas unas seis personas que puedan contar lo duro que fue realmente todo aquello.
Mi tío comenzó a rebuscarse en el bolsillo su cartera de donde sacó una tarjeta de identificación que decía así:


ASOCIACIÓN DE EX PRESOS Y REPRESALIADOS POLÍTICOS RESISTENTES ANTI-FASCISTAS.
NOMBRE:
APELLIDOS:
FECHA DE NACIMIENTO:

La tarjeta era completamente roja y le ponía una etiqueta como persona, persona a la que todo el mundo de bien de aquella época debía evitar si no querían problemas por juntarse con un simple Rojo.
Mi tío abuelo fue señalado y controlado meticulosamente durante años, hasta que por fin se terminó el régimen totalitario que nos mantuvo separados del resto de Europa durante todo ese tiempo, que nos mantuvo aislados y retrasados en prácticamente todos los ámbitos.
Con la instauración de la democracia no solo se le devolvió a España un sistema político justo, también se les devolvió la libertad a todas aquellas personas que habían tenido que reprimir sus ideas por el simple hecho de ser diferentes a las que tenía la política de Franco. Pero no todos los ciudadanos pudieron disfrutar en primera persona el cambio que por fin se produjo en España: muchos de ellos murieron por el camino sin llegar a contemplar su tardía victoria.
Nuestra charla se alargó más de lo previsto. Me estuvo contando un poco por encima algunos detalles de cómo vivió toda la época franquista: algunos detalles eran más curiosos, otros más duros de recordar, alguno que otro romántico, incluso recordó una cosa que nos hizo reír a ambos durante largo rato.
Al fin y al cabo eran solo recuerdos… Recuerdos que se perderán para siempre dentro de poco tiempo, que irán perdiendo fuerza cada día que pase y que, cuando ya no quede ni un testigo vivo de todo aquello, serán simples documentos oficiales o simples temas en los libros de historia.
Cuando salí de aquel cargado salón y me despedí de mi tío, agradeciéndole nuestra charla, me di cuenta de que comencé a mirarle de manera diferente: mis ojos mostraban respeto, agradecimiento y admiración por aquel hombre que contribuyó a que yo naciese en un lugar libre, a que me pudiese criar bajo las ideas y la educación que quisiera, a que fuese capaz de decidir mi religión y mi sexualidad....
En la calle, la gente andaba como cualquier otro día, los coches avanzaban haciendo ruido, las risas de los niños procedentes del parquecito cercano resonaban y, sin embargo, yo no podía dejar de pensar, bastante distraída, en un pasado no tan lejano pero sí muy olvidado por todos nosotros.
Finalmente comprendí que aquel viaje sirvió para que yo pudiese seguir manteniendo vivo, dentro de mí, aquel pedacito de recuerdos, recuerdos que, aunque no fuesen míos, ya viajaban guardados en el desván de mi memoria.

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