viernes, 29 de junio de 2012

PRENSA CULTURAL. Sobre un poema de Gil de Biedma


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Versos del mes de junio

Por:  18 de junio de 2012
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NOCHES DEL MES DE JUNIO
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
                               porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
                                                            nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
                                            y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
         o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
                                       Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos. 
Jaime Gil de Biedma incluyó este poema en Compañeros de viaje, el libro que publicó en 1959. Había pasado una década desde aquella adolescencia a la que alude en sus versos. Adolescencia larga si pensamos que en junio de 1949 tenía 19 años. En 1988, dos antes de morir, leyó ese poema en la Residencia de Estudiantes de Madrid durante un recital -se editó en audiolibro- que cerró con una evocación del histórico fundador de la Residencia y de su mujer, Alberto Jiménez Fraud y Natalia Cossío, a los que había frecuentado en Oxford. Dejó ese texto para el final para poder leerlo, dijo, “sin llorar”.

Gil de Biedma abrió la lectura con un poema de la serie “Las afueras” y continuó con “Noches del mes de junio”, que introdujo con estas palabras: “señala el inicio del género de poesía que yo he cultivado posteriormente, es un poema que está dedicado a Luis Cernuda, primero porque hay una cita verbatim de un verso suyo, que no me acuerdo si es de Un río, un amor o de Los placeres prohibidos, ‘lágrimas por ser más que un hombre’; segundo porque desarrolla un motivo que es muy frecuente en la poesía de la juventud de Cernuda, en la poesía de ese ciclo, que es el del adolescente a solas y el de la frustración del deseo”.
Es imposible leer el poema de Gil de Biedma sin que la memoria se cargue de meses de junio, de imágenes y de habitaciones, de calles regadas, de diablos que nunca escuchan y de noches leyendo cualquier cosa con tal de no estudiar… la selectividad. Leyendo a Cernuda, por ejemplo, que no iba a caer en el examen pero que había escrito aquel verso que Jaime Gil le tomó prestado. En efecto, estaba en Los placeres prohibidos, escrito en 1931, dentro del poema “Como leve sonido”.
COMO LEVE SONIDO
Como leve sonido:
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;
Como rápida caricia:
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;
Como fugaz deseo:
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;
Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo;
Como todo aquello que de cerca o de lejos
me roza, me besa, me hiere,
tu presencia está conmigo fuera y dentro,
es mi vida misma y no es mi vida,
así como una hoja y otra hoja
son la apariencia del viento que las lleva.
(Hasta aquí Cernuda. Ahora, junio de 2012, sabemos que la vida iba en serio.

...............
La editorial Galaxia Gutenberg acaba de publicar en rústica la edición de James Valender de Las personas del verbo, la poesía completa de Jaime Gil de Biedma, uno de esos libros esenciales de la literatura española contemporánea.
Fotografía: Jaime Gil de Biedma retratado en junio de 1986 por Joan Sánchez.

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