viernes, 4 de julio de 2014

POESÍA. "Mano entregada". Vicente Aleixandre (1898-1984)

Vicente Aleixandre

Mano entregada
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia. 
Tu delicada mano silente. A veces cierro 
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque 
que comprueba su forma, que tienta 
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso 
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca 
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.



Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce;
por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo, oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole.

Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa
mi amor —el nunca incandescente hueso del hombre—.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.

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