La sociedad ha vivido una constante evolución en los últimos años. En solo una década nuestros hábitos han sufrido una profunda metamorfosis. Los cambios que han aparecido con la explosión de internet y la transformación del mercado laboral han afectado a muchas de nuestras facetas, y una de ellas es la alimentación.
Hace no muchos años comer era una actividad social, raro era que una persona comiera sola. Con el paso del tiempo y las modificaciones sociales, los hábitos alimenticios también se han visto alterados. En la actualidad, se estima que la mitad de nuestras comidas las realizamos en soledad. Este dato varía según el hogar, pero la realidad nos muestra que estamos ante una poderosa transformación social y culinaria.
Más allá del significado sociológico y de las interpretaciones que puedan nacer de estos datos, la mediática nutricionista y dietista Cynthia Sass indica en Health cómo estas nuevas rutinas inciden negativamente en nuestra salud. Quizá a primera vista no parece que sea especialmente significativo, pero está demostrado que nuestro particular funcionamiento psicológico tiene un papel esencial en todas nuestras tareas y, por tanto, la alimentación no es ajena a ello.
Al disponer de menos tiempo y dejar a un lado la tradicional imagen de las comidas como acto social, nos encontramos con que comemos más cantidad y menos calidad. Estos son algunos de los errores más frecuentes, según Sass.

ABUSO DE PRODUCTOS PREPARADOS

La falta de tiempo y ganas es nuestro peor enemigo. Un comportamiento muy habitual es pensar que no hay que molestarse en cocinar si solo comerá uno. No cabe duda de que así se ahorra tiempo, pero desde un punto de vista alimenticio, no es la mejor decisión para nuestra salud.
Los alimentos preparados tienen un mayor contenido calórico y de otras sustancias perjudiciales (como colorantes o conservantes). Para evitar caer en este error, puede optarse por productos más saludables y que no requieran demasiado esfuerzo para ser preparados. Una opción muy plausible son las verduras a la plancha, huevos revueltos, purés…

COMER DISTRAÍDO

Esta es una de las ideas más extendidas y también más certeras. Lo que era un pensamiento generalizado ya se ha conseguido demostrar científicamente. Un estudio de las universidades de Liverpool y Brimingham ha llegado a la conclusión de que cuando estamos distraídos comemos un 10% más en esa comida y un 25% más en la siguiente porque tenemos la sensación de no haber ingerido lo suficiente en la anterior.
Este problema aumenta en el caso de estar solo. La incomodidad que genera puede provocar que se acabe por tener como compañero al televisor y se deje de prestar atención a la comida. Apagar este receptor y disfrutar de nuestros platos es el mejor consejo. A lo mejor al principio el silencio nos resulta extraño, pero al final acabaremos por acostumbrarnos.
Prestamos menos atención a la comida cuando vemos vemos la televisión (iStock)Prestamos menos atención a la comida cuando vemos vemos la televisión (iStock)

CALCULAR MAL LAS CANTIDADES

No es lo mismo cocinar para uno, que para dos, tres… Es muy habitual preparar más de lo que se necesita… Y comérselo por no tirarlo o dejarlo en la nevera. Debemos tener claro qué vamos a comer y establecer unas medidas lógicas para evitar caer en este error. En la gran mayoría de productos alimenticios aparecen las cantidades recomendadas. Puede parecer complejo al principio, pero si estamos atentos, acabará resultando bastante sencillo con el paso del tiempo.

TRAGAR SIN HABER MASTICADO

Cuando uno come solo, suele hacerlo más rápido que cuando está acompañado. Este aspecto no debería ser demasiado importante, pero el exceso de celeridad puede verse traducido en masticar poco y tragar la comida antes de lo debido. Sus aspectos negativos son numerosos.
Un artículo del blog de nutrición Get you in shape se centra en cómo afecta masticar poco. Entre los aspectos más negativos destaca que la absorción de nutrientes será mucho más costosa, que existe más riesgo de acidez estomacal, así como una peor digestión. Si estos no parecen suficientes motivos, Sass señala a un estudió que decretó que aquellas personas que mastican poco tienen un 84% más de posibilidades de sufrir sobrepeso, tras controlar la alimentación de 3.000 personas.

EL MORDISQUEO INCONSCIENTE

Al descuidar las comidas principales, es muy habitual que se cometan errores entre horas. Muchas veces inconscientemente pasamos al lado de los dulces y pegamos un par de mordiscos. Picar compulsivamente tiene una importante carga en nuestro organismo, su bajo aporte nutritivo y elevado aporte calórico lo convierten en un poderoso enemigo a combatir.
La propuesta de Sass consiste en poner las mayores trabas posibles a este impulso tan incómodo. Su consejo radica en ‘engañar’ a nuestra cabeza teniendo la comida siempre guardada y lejos de nuestra visión.
De lo que no cabe duda es de la importancia que tienen los horarios de nuestras comidas, pero también hay que ser consciente de que más allá de las tres principales, también hay otras comidas entre horas que pueden sernos de utilidad. Estos son algunos consejos para saber picar entre horas.