sábado, 24 de enero de 2015

PRENSA CULTURAL. Entrevista a Jorge Carrión, escritor y crítico

   En "El Día de Córdoba":

"La propia idea de novela es mucho más importante que su formato de libro"

El autor de 'Teleshakespeare' publica en la editorial Galaxia Gutenberg su nueva novela, 'Los huérfanos', sobre la Guerra Civil y la memoria histórica pero desde un registro propio.
PABLO BUJALANCE | ACTUALIZADO 30.10.2014 - 07:44
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Jorge Carrión (Tarragona, 1976), en una imagen reciente.El profesor de literatura contemporánea en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Jorge Carrión (Tarragona, 1976) adquirió una notable notoriedad gracias a su ensayo Teleshakespeare (Errata Naturae, 2011), en el que analizaba la naturaleza narrativa de las nuevas series de televisión; pero ya había destacado como autor de libros de viajes y en el ejercicio de la crítica literaria. El año pasado fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo conLibrerías, y ahora acaba de publicar la novela Los huérfanos (Galaxia Gutenberg). Recientemente ha participado en el ciclo del Museo Picasso de Málaga Interpretando el presente del producto cultural con la ponencia Novela, series, cómics: algunas ideas sobre la literatura expandida.
El profesor de literatura contemporánea en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Jorge Carrión (Tarragona, 1976) adquirió una notable notoriedad gracias a su ensayo Teleshakespeare (Errata Naturae, 2011), en el que analizaba la naturaleza narrativa de las nuevas series de televisión; pero ya había destacado como autor de libros de viajes y en el ejercicio de la crítica literaria. El año pasado fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo conLibrerías, y ahora acaba de publicar la novela Los huérfanos (Galaxia Gutenberg). Recientemente ha participado en el ciclo del Museo Picasso de Málaga Interpretando el presente del producto cultural con la ponencia Novela, series, cómics: algunas ideas sobre la literatura expandida.
-¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura expandida

-Hablamos de la proyección que actualmente vive la novela en la literatura, en cómo ha terminado contaminando otras formas de narración. Lo que hasta hace algunos años era el cómic, ahora se hace llamar novela gráfica. Los videojuegos tienen una estructura cada vez más parecida a las de las novelas. Y también hay quien llama a las series de televisión novelas. Si tenemos esto en cuenta, cabría preguntarse hasta qué punto la novela nos ayuda a entender la cultura y la realidad, ya que todo parece adoptar e imitar sus procedimientos. Y yo creo que sí, que la novela es un medio decisivo para conocer el presente.

-Pero, ¿no cree que el apogeo de la novela también se debe a cierto prejuicio sobre su consagración como depositaria de la literatura? En España todavía se discute sobre si el periodismo es un medio literario o no lo es, cuando la Generación del 98 se escribió en su mayor parte en periódicos. Pero con la novela no hay dudas. 

-Estoy de acuerdo contigo. Lo que ocurre es que la novela es el género de mayor prestigio desde hace 150 años, igual que antes lo había sido el teatro y antes aún la tradición oral. Pero, respecto a lo que dices, conviene recordar que no hace mucho las novelas se publicaban por entregas en los periódicos. Así que la propia idea de novela es mucho más importante que su formato de libro, por más que éste sea ahora el más común. El escritor argentino Juan José Saer decía al respecto que la novela es sólo una forma de narración, y que el hecho de narrar es tan antiguo como el ser humano; en todo caso, mucho más antiguo que la misma novela.

-En los últimos años, gracias a la influencia de Enrique Vila-Matas, la novela parece haberse ido desprendiendo de su carácter más vinculado a la ficción, para arrimarse más al ensayo, la confesión o incluso la poesía. ¿Hasta dónde continuará la tendencia? 

-Hasta donde aún no sabemos, porque precisamente la novela es, en su esencia, un objeto múltiple. Tiende, como te decía, a impregnarlo y absorberlo todo. Yo mismo, en mis novelas, mezclo la ficción con la crónica, y en la que publicaré el año que viene empleo hasta el verso. La novela es la fórmula literaria más abierta, y seguirá siéndolo en el futuro.

-¿Podría llegar el momento en que la novela ya no llegue a ser tal? ¿O que pierda su posición de privilegio por dejar de serlo? 

-No, porque la novela nació ya así. Existe un modelo decimonónico, más cerrado, unificado y reconocible, pero cuando Cervantes escribió Don Quijote introdujo toda suerte de digresiones, poemas, fábulas y novelas interiores, como corresponde a un texto poliédrico, múltiple. Por eso creo que debe ser el modelo de Cervantes el que prevalezca en la actualidad, y no tanto el de Dickens y Galdós.

-Si la novela es un intento de narrar y, por tanto, de comprender el mundo, ¿no supone esto hoy una quimera, dado que el mundo es cada vez más complejo? 

-La novela seguirá siendo un medio útil para interpretar el mundo en la medida en que, precisamente, esté constituida por una polifonía de voces. Hoy disponemos de otros instrumentos como internet y de lenguajes cada vez más inmediatos que, ciertamente, nos aportan un conocimiento del mundo muy preciso. Hay otras maneras de llegar a este conocimiento, y un buen novelista no debe tener reparo alguno en incorporarlas.

-¿Qué posición le queda al lector ante una novela cada vez más polifónica? ¿Habrá que aprender a leer de nuevo, será necesaria una pedagogía distinta? 

-Creo que la pedagogía debe hacerla cada escritor con sus lectores. Es una cuestión personal. Ahora leemos con mucha facilidad a Vila-Matas y a Roberto Bolaño, pero cuando empezaron ambos tuvieron que hacer una pedagogía con sus lectores para llevarlos a su terreno. Por otra parte, la gente dispone en casa de las herramientas necesarias para leer sin problemas una novela que, por ejemplo, incorpore el lenguaje de internet. Así que lo importante es lograr un equilibrio entre ambas cosas, la mediación singular de cada escritor y la posibilidad de que cada lector encuentre su propio camino.

-Con respecto a su nueva novela, Los huérfanos, ¿es el género post-apocalíptico el más cercano al realismo en el siglo XXI? ¿Está más pegado al suelo que cuando J. G. Ballard escribió El mundo sumergido a principios de los 60? 

-Ballard escribió El mundo sumergido en un tiempo marcado por la Guerra Fría y la bomba atómica, y de hecho éste es el contexto de la novela. Pero yo no tenía un interés especial en llegar a lo post-apocalíptico cuando escribí Los huérfanos. La novela transcurre en un búnker en Pekín durante la Tercera Guerra Mundial, pero es que ese búnker existe realmente. Yo lo visité en un viaje a China. Mao lo mandó construir, de hecho, por si estallaba la Tercera Guerra Mundial. Así que no hablo en mi obra del apocalipsis, sino de lo que vi.

-¿Considera, no obstante, que la ciencia-ficción es un género útil para escribir sobre el presente, tal y como defienden Edmundo Paz Soldán y otros escritores? 

-Por supuesto. Es más, hay toda una tradición literaria de ciencia-ficción en castellano. Ahí están Marcelo Cohen y el mismo Ricardo Piglia, y en España Juan Carlos Márquez. Ellos lo atestiguan.

-¿Existe, sin embargo, cierto prejuicio hacia lo fantástico en favor de la consideración del realismo, digamos, más convencional, sobre todo desde la Transición? 

-Cada uno tiene su propia tradición. Borges escribió literatura fantástica, y Piglia también lo hace. Ahora conviven sin problemas autores como Antonio Muñoz Molina y Enrique Vila-Matas, que también aborda a su manera la literatura fantástica, pero este diálogo se ha dado desde siempre. De todas formas, habría que preguntarse qué es el realismo. ¿Podría considerarse realista hoy una novela que no hiciera mención a internet? Yo creo que no. La teoría del todo ya no puede ser realista. En Los huérfanos, yo escrito sobre la Guerra Civil y la memoria histórica. Pero lo hago desde un registro distinto, tal vez menos documental, del que adoptan otros. Ésa es mi tradición personal.

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